viernes, 27 de febrero de 2009
El Punk no ha muerto
Saliste de una nube de porros
y me comiste los morros
Un ultra del Xerez, su novia y otra amiga punkarra nos arrinconan a Sir Kronen y a mí en la Bodeguilla. Cánticos de fútbol, cerveza, puta Cádiz [oé]. La punki enana me pilla por banda y empieza a contarme todas las veces que le han pegado palizas los cerdos, y que si en el instituto la marginan. Y a mí qué me cuentas, si yo sólo he venido aquí para hablar de mi libro. Entonces a la novia del ultra se le muere por teléfono la madre de una amiga. Entonces al ultra se le ocurre decir: joder, la gente no tiene otro momento para morirse. Entonces la punki se empieza a liar un cigarro. Entonces el ultra decide divertirse liándonos. Entonces ya no tengo amigos, estoy rodeado de ijoputas algunos me quieren partir tres costillas porque se han quedado con mi cara, algunos sólo deciden reirse a mi costa. Y venga, no veo por qué no, si le molas y te mola, no te vayas a quedar con las ganas. Y venga, que el chico parece buena gente, aunque tenga esos rizos y no una cresta teñida. Y si no le parto las piernas que me he quedado con su cara. Que no, hombre, ríete. A todo esto, yo sonreía y repetía sin problema como si me hubiese vuelto mononeuronal. Llegado cierto momento de la noche el cabreo del ultra fue en aumento, nos separó de la manada y nos incitó a la conservación salvaje de la especie. O sea, a que nos follásemos. Nos junto con portentosa fuerza las cabezas, ante lo cual yo dejé hacer, y ella opuso cierta resistencia. Vaya, resulta que no soy suficientemente pintas para la punki. Y que busca algo serio, qué cosas tiene la vida. Y el ultra diciendole que una noche es una noche. Y yo diciendo que joder, anda que no hay noches ni ciudades desde Jerez hasta aquí. El resto fue una huida descarada, una persecución constante y cierta demencia por Herreros, entre los encuentros afortunados, las alusiones antinazis y ganas de repartir hostias. Acabamos comentando la jugada meando en un callejón sin ser cazados por los municipales. Y es que el punk habrá muerto, pero no se le ha olvidado. Y en esta ciudad son estrechas hasta las liberales.
¿Te sabes aquella de Non servium?
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