martes, 26 de diciembre de 2017

For the record

1. Dejarlo grabado lo hace real, lo contrario nos aboca a la inexistencia: no está lo que ya no vemos, no existió lo que ya no oímos. Qué importa que nos palpite dentro, que nos rasgue y nos duela, qué importa si ahora conforma sólo la forma de las palabras que no tiene ningún sentido pronunciar. Dejarlo grabado lo hace real: borrarlo consiste en dar el siguiente paso hacia la posverdad.

2. La inocencia era propia de la época de los Reyes Magos. Ahora votamos a los antifascistas en Cataluña y creemos que Kubrick rodó las escenas de cartón piedra en el Mar de la Tranquilidad. La inocencia era asumir como cierto que se puede separar metódicamente una hoja de la siguiente y que ambas ya no tengan nada que ver entre sí, pero todo apunta a que tiene más importancia la vida completa que sus partes, y que los viajes a Marte nos esperan próximamente.

3. Se dice que en la primera Navidad de la Gran Guerra detuvieron el conflicto las partes en contienda y celebraron con villancicos y algo de beber. A día de hoy se rememora ese gesto de supremo hermanamiento deteniendo las batallas en familia y capitulando durante unas horas sentados a la mesa. Las almas de los jóvenes ingleses que fallecieron entonces gozan sabiendo entonces que su sacrificio no fue del todo en vano.

4. Es la liturgia de servirlo y no tanto el sabor del té. Es la inoportunidad de hablar mientras infusiona y no tanto las pastas que lo acompañan. Son los minutos de las tardes que todavía son noches y no tanto las mañanas heladas sin calefacción en casa. Dirigimos nuestro objetivo al centro mismo de la diana con la intención de acertar y tantas veces dejamos de lado todos los demás círculos adyacentes que, aunque apuntemos para que quede registrado lo bien que lo hacemos, sería infinitamente más grande la cuenta de todos los tiros que hemos errado.

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