sábado, 31 de diciembre de 2011

El día antes del Fin del Mundo

Todas las historias de este año que hoy termina me caben en los libros que esperan mis amigos, y que jamás voy a escribir. No es ni por las ganas de olvidar ni por dejadez, porque no guardo ninguna de esas dos sensaciones. Este año tiene muchas historias, puede que algunas ya las sepais, y las que no sepais, si os interesan, me podeis encontrar en algún bar, y os las contaré. Quizá no son gran cosa, pero son mi parte de historia.

Un año que empieza donde siempre y acaba como siempre puede no sonar atractivo. Eso es cierto. Sin embargo, importa lo que hay en medio. Importan las noches que no hemos dormido, las que hemos dormido solos y las que hemos dormido separados. Las noches que nos cambian la vida, nunca me canso de repetirlo. Los días son aburridos. Lo que hemos vivido acompañado eternamente de la sombra que deja lo que nunca hemos vivido. Los años siempre rotos en dos, una cuesta arriba y una cuesta abajo, aunque no sigan ese orden. Luego están las canciones y el amor, o sólo las canciones, o sólo el amor. Cómo puedo hablar del amor en los años impares.

Luego, al final, según van yendose, todo lo que uno recuerda de los años no es cómo los ha pasado, sino con quién los ha pasado. Los años impares se hicieron para los que somos tremendamente primos. Si me encontrais por ahí en este 2012, tan par y tan bisiesto que tanto bueno y tanto malo nos puede traer, entretenedme un rato, dadme conversación, sentadme en una mesa o echadme en una cama, porque puede que sea el día antes del fin del mundo, y tanto vosotros como yo lo estaremos malgastando sin saberlo. Ya nos reiremos en el 2013.

PD: Un año son muchas canciones, pero 2011 es Benvolgut

viernes, 30 de diciembre de 2011

Qué te voy a contar

Eramos tres y bebíamos, qué te voy a contar, de pronto se apagó la luz, mientras cruzábamos una de las principales avenidas de la ciudad, se fue por completo la luz, pero no pasaba nadie porque era madrugada y era Navidad, por eso mismo se cortó la luz en la ciudad, cruzamos la avenida en silencio, a oscuras, y miramos al cielo: se veían todas las estrellas, qué te voy a contar, las vimos todas, yo nunca las había visto en la ciudad, , jamás, y allí estaban todas las estrellas, estábamos nosotros mirando al cielo sin decir nada durante unos segundos que ahora recuerdo como mágicos, y al cabo de esos segundos alucinantes en que no caminamos por miedo a tropezar con los bordillos, volvió la luz y se fueron las estrellas, se encendieron las alarmas de los bancos y las farmacias, nosotros volvimos a hablar entre risotadas, pero sé que no olvidaremos esos segundos de aquella Navidad en los que fuimos los únicos tipos en el mundo que pudimos ver todas las estrellas desde el mismo corazón de una ciudad.

martes, 27 de diciembre de 2011

En punto



Duerme la ciudad de la niebla y las agujas que se abrazan en la plaza de Viriato marcan siempre la hora en punto, que en Zamora es deshora, porque la ciudad duerme, y duerme y duerme, mientras sueña que se despierta.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Happy Xmas (War it's over)

Al final, no he cruzado un desierto ni he visto nevar. Tampoco me fui a Mongolia ni aprendí a jugar al curling. Qué de propósitos incumplidos. No he empezado a fumar, aunque una mujer casi lo consiguió. Sigo hablando de lo mismo, sigo hablando más de la cuenta, sigo escuchando lo mismo. Qué de tiempo sin malgastar. Nunca he visto una guerra, pero tampoco he ganado ninguna. Escribo por quien lo merece, cambio sin darme cuenta, mejoro poco a poco, continúo restando carreras para llegar a los cien días. Conduzco mal, escribo igual, hago fotografías al atardecer de las luces de la ciudad, veo los telediarios a deshoras. Todo es cíclico, seguimos los mismos alrededor de esta mesa el día de Navidad, y qué le vamos a hacer, si quizá podemos ser felices, aunque sea por un instante, y es que la felicidad es el instante, os la deseo, me la deseo, hagamos historias de instantes, dejemos que los instantes se escapen y conservemoslos al mismo tiempo, burbujas que estallan en la lengua, hojas que danzan al viento, Navidad en casa y mientras tanto, ahí fuera, en la calle estarán el desierto y la nieve y la guerra y el tabaco y la música y las letras y los días y los telediarios y las carreras y el amor y el odio y las victorias y las derrotas, pero hoy no, hoy es Navidad, Navidad en casa, quizá un instante feliz.
 

viernes, 23 de diciembre de 2011

nuestra erótica postmoderna

nunca fui nada mejor, tampoco he sido un gran amante
[...]y  aún así alzo mi copa hacia el cielo
(Nacho Vegas)


ultracallemos por si el pasillo se molesta ante el crujido, deslustremos el vidrio y el parqué macerando la piel en ritmos alternos, ascensos y descensos y giros, me ausenta el vapor de otras estaciones en las que nunca nos detenemos, como la que cruzaremos ayer, porque es unívoco el sentimiento invernado, me inventaré todas las voces que quieras mientras me tengas atado e implosionemos en vólvulos, obviemos las despedidas en estaciones del metro y las breves obscenidades permitidas por el egoísmo. Nadie creerá que dejamos fuera de la persianas las helíadas y las heladas, nuestras pieles heliotropas que son el nido del sol de diciembre que tanto me gusta, cómo lo va a creer nadie si nadie nos ve de día, somos sólo nocturas aladas que malgastamos somieres y sostenes y soliloquios y sorbos y sueños y sudores y sustos y sumarios cuando te siento en las noticias te siento lejos intuyendo que no eres, o no estás me gritan las interferencias cuando yo no estoy y sueno por los altavoces de tu habitáculo, recipiente ocasional de mi fracaso e intentos. Visité la caballería roja, las tinieblas de Goya y la época azul de Picasso, corrí decenas de kilómetros, quemé los libros y luché con mi propia voz que me rebotaba en el occipucio hasta vencerme, pero te hice reír y cuando te hice reír nos reímos de esa forma que es humo de hoguera inhalado, es decir, que no suena pero calienta la casa y otoñece el paisaje, fue en ese momento cuando volví del cruce subterráneo para cruzarte como siempre quise, qué fácil era y nosotros sin sabernos, convirtamos ahora que podemos cada atardecer en llamas y agua y aire que nos ensucie, que nos deje marca, que nos estire y nos acorte; yo sé que es lo simple y lo común y lo vano y lo fácil, pero quién va a creerme si cuento que cada vez que arrastro un pie contigo doy un salto lunar, será porque arriendo el espacio entre tus escápulas para mis misiones espaciales y al final, en esta meseta que somos llegará el invierno estepario pero, dime, quién nos encontrará congelados si nadie sabe dónde estamos, si no queremos que nadie sepa dónde estamos, si quizá ni siquiera nos congelemos sino que encontraremos la playa mientras ya, despacio, nos llueve y nos vamos, despacio, quedando dormidos y apagamos, despacio, muy despacio, los ojos y las luces, despacio.

viernes, 16 de diciembre de 2011

ECG

Nota: Me resulta fascinante la interdependencia entre la física y el corazón. El corazón, esa máquina simplista cuya actividad electrofisiológica puede resumirse en un solo trazo alternante, que sube y baja independiente a nuestro control voluntario. Una línea de tinta negra sobre un papel milimetrado. Y perdón por los términos médicos incomprensibles.


Las pinzas de colores en tus muñecas y tobillos. El pecho desnudo para que nada se interponga entre tu precordio y la electricidad que te mueve. Dónde está tu eje, me pregunto. Estudio todas tus derivaciones sin darme cuenta de que debería comenzar a diseccionarte por tu frecuencia. Empiezo a contarte en milisegundos, y deslizando el dedo por encima de la tira de papel pronto veo que eres arrítmica, caótica, que tu línea de base saltatoria no responde a ningún estímulo previo, que vas a contratempo y tu metrónomo está bailando más allá de tu aurícula derecha, por eso tu nodo sinusal sólo puede activarse intuitivamente. Así que deduciendo que eres pura fibrilación me dedico a medir seis segundos en centímetros, a dividir en diez cada uno de tus minutos. Qué bueno esto de seccionar los momentos. Determinado el número de veces que lates en sesenta segundos, donde está tu eje, me pregunto. Tú, heliocéntrica y reina del giro copernicano, dónde tendrás el eje. Serán 60º o serán -30º, qué sé yo. Tus derivaciones monopolares me ayudan, así que una vez que encuentro tu isodifásica me coloco perpendicularmente a ella, te sitúo sobre la camilla para que Greenwich, el cabecero y tú traceis una línea perfecta. No te muevas, estás a 45º en el plano anterior, qué me importa tu horizontal. Llegado aquí me detengo. Si te sigo desnudando caeré en tus isquemias. No quiero saber nada de por qué tu onda Q es tan profunda. No pienso mirar tu segmento ST, si sigues conservando infartos transmurales quizá no pueda curarte y nos hundiremos porque no sé nada de cardiología, no me he estudiado la mitad del libro ni sé manejar la digoxina, me ahogaré en todas las cubetas que dibuje tu T invertida, vasos de agua para algunos y océanos para mí. Tu índice de Sokolow está rayando la hipertrofia ventricular, idiotas de aquellos que dijeran que tenías un corazón en el que nada cabía. He tomado mi medicación para prevenir la recaída en taquicardia supraventricular paroxística que me sucede en momentos como este, cuando me pierdo en ti a pesar de que no seas más que una línea jeroglífica que se vuelve indescifrable. Me encantaría descifrarme a mí también, lo reconozco, cuando acelero y cuando freno. Cuando escalo por la R y cuando me desplomo en la S. Pero no soy yo el que está cableado, no soy yo el que se está dibujando en una tira milimetrada, apenas lo recuerdo y de pronto vuelvo a la realidad, veo que tu tiempo de consulta se está acabando, que me sigues resultando incomprensible, que no te he puesto tratamiento y que me falta poco para enamorarme de ti, que por ahora no eres más que líneas en un papel.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ser valiente no es sólo cuestión de suerte

Ayer mismo hablaba con mi amigo David González, cuyo blog de deportes podeis ver pinchando aquí , sobre las ganas y el miedo que tenía a escribir una entrada sobre fútbol. Inspirado en David Refoyo, cuyo blog podeis ver pinchando aquí allá va mi confesión. Soy de Real Madrid.

1. El terrible porqué.

 El terrible porqué siempre le ha correspondido a los atléticos, indiscutiblemente. ¿Por qué somos del Atleti? Gran pregunta. Papá, ¿por qué soy del Madrid? No lo considero una bendición, tampoco una maldición. Es una opción de tantas. La disfruto muy a menudo. La duda metafísica viene cuando veo a José Mourinho metiendole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Cuando veo a Pepe pisotear la cabeza a un contrario. Cuando escucho a un presidente que es adalid de los millones pero no del deporte. En absoluto del deporte. Para nada del deporte. Y lo peor son las ovejas que balan su canción, que lo consideran el Salvador. Florentino, ese ser superior.

 2. La camiseta blanca y la bandera de los EE. UU.

 En los felices años 80 a la puerta de las embajadas estadounidenses en los países árabes se quemaba el símbolo del capitalismo, representado en la bandera de los EE.UU. Imágenes en VHS que ahora dan la vuelta al mundo son testigos de ese tiempo pasado que, sin embargo, retorna al siglo XXI encarnando el enemigo en forma de camiseta blanca. Pitos en los campos, autobuses apedreados, críticas feroces a cada mínimo movimiento, prensa hagiográfica que se extiende como mantequilla caliente y prensa contraria al régimen que dispara sin balas de fogueo. Es la guerra. Guerra de titulares. No dejeis que la realidad os estropee una buena noticia. Como en toda guerra, mientras los cabecillas discuten en despachos, dejan que sus ejércitos de borregos se masacren con total impunidad, porque ellos, los de arriba, no siempre ganan. Pero nunca pierden.

3. La Logse y el poder de la literatura.

La literatura le ha sido entregada al barcelonismo. Manuel Vázquez-Montalbán, Enrique Vila-Matas, Víctor Balcells o David Refoyo son sólo algunos de los múltiples ejemplos que puedo daros de letras entregadas a la causa culé. Por ende, son letras entregadas a combatir el madridismo de raíz. Y lo peor es que lo comprendo. Comprendo que es mucho más literario, culto y refinado admirar el ejemplo de una cantera que cultiva perlas de futuro en vez de bucear en los mares del Sur para conseguirlas. Comprendo que sea más caballeroso admirar el fútbol de toque, elegancia, paciencia y construcción que las patadas y la fuerza bruta. Comprendo que la opresión madridista, como un tapasol que no dejase crecer a la planta, una vez retirada, haya hecho florecer este vergel de palabras y fútbol bajo la misma bandera, la blaugrana. Sobre todo, comprendo que es fácil crecer cuando en el bando contrario la LOGSE propició que los institutos se vaciasen de madridistas que se van a fumar porros al parque.

4. Eau de Pep

Seamos sinceros. L'état, c'est moi. O lo que es lo mismo. El Barça es Pep Guardiola. Hay valores que nadie se planteaba previamente a Junio de 2008. Pep no sólo ha puesto su genio táctico al servicio del fútbol sino que es el Deus ex machina de una filosofía vital y deportiva a la que muchos se han adherido desde entonces. Sobre todo porque además de bonita es una filosofía que va ligada al éxito. El éxito nos gusta a todos. Abre puertas. Derriba fronteras. El éxito es una garantía en sí mismo. ¿Qué vino antes, el éxito o la filosofía? Vinieron de la mano, a mi entender. Y ninguno de los dos da por supuesto al otro. No es una cuestión de suerte, es cuestión de valentía, de cambio. Pep representa un espíritu joven, atrevido, elegante y comedido en las formas pero nunca cobarde. Siempre al ataque, sobre todo atacando cuando no lo parece, cuando no lo esperas. La rueda de prensa, el campo o el libro.

5. Yo, Claudio

A mí me gustan el tercer tiempo y la cerveza. Me gusta el fútbol de bestias pardas que corren hacia el área contraria como si no hubiera un mañana. No lo lamento en absoluto, disfruto con obuses de falta directa y jugadas en 15 segundos. He crecido viendo los partidos en campos de fútbol vasco. Lasesarre. Arlonagusia. Las Gaunas. La Balastera. El Toralín. No entiendo de magia, entiendo de épica y cojones. De patadas a la rodilla y centrales barbudos. Hay días en los que me culpo por ser del Madrid. Suelen ser los que no tengo ni fútbol ni cerveza. Ni amigos del Barça con los que reirme, y saber juntos que todo lo que sube baja y que lo sabio en realidad es disfrutar. Y después escribir que se ha disfrutado. Cuántas copas han de caer antes de la Décima...

martes, 13 de diciembre de 2011

Only by the night

Cambiaría todo lo que no tengo por una noche. Hay quien opina que no es mucho. No es mucho lo que no tengo, no es mucho una sola noche. Pero querría una noche como ésta, una noche para ponerme la capucha y pensar en los amigos muertos. Los amigos muertos son puro egoísmo. Nos dejan para siempre pensando en ellos. Verás, no soy de los que bebe para olvidar, bebo siempre para brindar por algo más grande. Un zapato más grande, un mundo más grande, una cama más grande. Cambiaría todo lo que no tengo por una noche como ésta, y, a poco que lo pienses, lo entenderás. Esta noche podría ser cualquier noche. Hay taxistas infringiendo las leyes de tráfico en la calle. Hay semáforos en rojo y gente que se siente sola. Hay bares que se cierran y puticlubs que se abren de piernas. Yo no tengo nada, tampoco tengo una noche como ésta. Soy puro egoísmo, la querría entera para mí, para poder amanecer más allá de las 3 y que nadie me esperase en un Hospital. Nadie me espera allí, de hecho. Allí, por las noches, en noches como ésta, sólo espera el parpadeo del árbol de Navidad en el pasillo de la planta, que, de forma intermitente, apaga y enciende el silencio de las familias. Cambiaría todo lo que no tengo por una sola noche, y habrá quien me diga: "no es mucho". Lo sé. Sé que no es mucho, pero una noche como ésta yo querría estar aquí contigo, los que no tenemos noches como ésta sabemos que poco puede ser mucho. Hay quien ya nunca tendrá noches, hay quien tendrá una noche eterna. Sólo durante la noche puede suceder la magia y la tristeza. Puede llover mientras subes una cuesta y quizá no tengas capucha. Puede hacer frío: hace frío. Puede cogerte en un banco de madera, pueden atracarte en un parque desde la sombra. Magia y miedo. Yo no tengo nada de eso, yo estoy encerrado en la cocina de un reino helado. Queridos Reyes Magos, ya no puedo pediros un Scalextric ni la paz en el mundo ni un Myolastan. Os pido una hoguera y una manta, os pido un pingüino y mucha sangre para no congelarme. Sigue siendo de noche ahí fuera. Queridos Reyes Magos, os cambiaría todo lo que nunca he tenido por una noche, os cambiaría esa sangre por una noche como ésta, pero no aquí, ni ahora.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Stendhal en Madrid

He perdido la noción del tiempo delante del Gernika hasta aprenderme de memoria la disposición espacial de las figuras, los puntos de fuga y de luz, hasta cerrar los ojos y verlo reconstruido de nuevo en mi mente. He salido del Reina Sofía sin aliento, como en un sueño. Después me ha sucedido lo mismo contigo, en tu habitación. Ahora cierro los ojos y te veo, porque te he aprendido por completo en braille , tengo en mi corteza frontal tu estatua, de modo que sin esfuerzo soy capaz de recordarte. Por eso sigo andando como en un sueño. Las calles son nuestras, nuestros son los viajes que nos unen y los que nos separan. Si miro al techo puedo ver reflejadas las luces de los coches que se escapan, pasando a nuestro lado por encima de los charcos.

He perdido la noción del tiempo por tu barrio, paseando con el periódico al sol de casi invierno, disfrutando el mundo que nunca como ahora había tenido en mis manos. Despertar contigo, como si siguiera en el museo. Dormirme hoy sin ti, como si hubieran clausurado todos los museos del mundo y yo acabara de descubrir que tengo entrada gratuita en todos ellos.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El Villarato y las armas de Irak

Leí no hace mucho que hay días en los que lo mejor es suicidarte bien de mañana y no resucitar hasta el día siguiente. En 2003 nuestro colega Josema soltó su bilis y nuestros tanques como ha hecho Iturralde esta mañana. El fragmento de España ya no son los rojos y los azules, porque ahora son los rojos y azules contra los blancos. No desayuneis churros con chocolate, no deseéis a la mujer del prójimo, no os toqueis bajo pena capital de quedaros eternamente ciegos y yo te digo que no estaría tan mal ser ciego, ponerse ciego, aún os preguntáis por qué toda nuestra generación se ha perdido. Por vuestra culpa, que nos robasteis los héroes en la década del 2000. No tenemos ni a Bowie ni a Freddie Mercury. Tenemos el Villarato y a Piqué cubriendo portadas de diarios y semanarios, tenemos a Justin Bieber y toda la música que escucharon nuestros hermanos mayores. El Drogas que deja Barricada, el Fito que vendió a los Platero y tú, cabrones, habeis matado nuestra pulsión sexual disparando en nuestras nucas con balas blancas, nos habeis tratado de ovejas negras y nos habéis emboscado en la Bahía de Pasaia, direis que ganamos todos nuestros títulos puestos hasta arriba, y os diré que sí, que efectivamente nosotros somos el Chava Jiménez y Marco Pantani, que nuestros ídolos se han muerto y nos han dejado la desgracia de vivir en un mundo con su mudo recuerdo en nuestras camisetas. Teneis razón, hijos de puta, sacaremos el país adelante aunque tengamos que hacerlo solos, levantaremos un mundo pero será nuestro, porque nosotros queremos ser los héroes que alguien recuerde mientras corre por el bosque, queremos que cantéis nuestras canciones cuando no podáis teneros en pie, queremos que caigáis borrachos de rodillas pensando en que no os dejemos solos subiendo el Galibier, el mismo que nosotros estamos subiendo por nuestra cuenta mientras vamos viendo en las cunetas las caras esperpénticas de unas décadas que nadie va a recordar como prodigiosas. Si mi abuela escucha la radio pero no sabe quién fue Steve Jobs, si mi padre no escucha a David Guetta, si mi sobrina ve Phineas y Ferb sin entenderlos. En algún momento construiréis nuestras estatuas, recordando el día que quisimos volar el Parlamento, y os diremos simplemente que nunca nos vais a alcanzar, pero que tendréis todo el mérito del mundo si luchais la mitad de lo que nosotros lo estamos haciendo. Y nunca, nunca, dejeis de tocaros.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Batman vs. Lee Harvey Oswald


La noche que mataron a JFK nos besábamos como adolescentes detrás de la hamburguesería. La culpa de todo esto es de los comunistas, decía padre cenando, y yo pensaba en ti y en las aventuras de Batman. Batman, de haber querido, habría salvado a JFK, pero estoy seguro de que Lee Harvey Oswald estaba compinchado con el murciélago.

En Tender Little Ear ningún chico tenía televisión en color pero todos teníamos una escopeta de aire comprimido, por eso pasamos meses enteros reconstruyendo el crimen. A pesar de que llegó el invierno comíamos helados mientras intercambiábamos los papeles. Una vez uno era el conductor, y la siguiente podía ser perfectamente Jackie Kennedy.

Todo fue bien hasta que Jim no disparó con aire a la cabeza de Sammy. Disparó con un perdigón de 3 milímetros que le entró por un ojo y se le quedó alojado en el esfenoides, según el informe del forense. Aguantó un mes y medio en coma, luego palmó. Apenas teníamos 15 años. La policía nos fue llamando de uno en uno. Todos contamos la única versión de los hechos que nos sabíamos. Los cientos de veces que habíamos repetido la escena de Dallas. Que siempre salía bien, porque nada podía ir mal. Que ninguno nos habíamos enterado de que la escopeta de Jim estaba cargada.

Nos separaron y nos cambiaron de instituto, algunos incluso se fueron del pueblo. Jamás volví a ver a ninguno de ellos. A Jim incluso lo tuvieron unos meses en un sucio reformatorio. Me enteré cuando leí años después su caso en un periódico local de Colorado, muy lejos de Tender Little Ear. Había matado a una mujer con una escopeta recortada. En su pueblo decían que era un tipo correoso, que no le gustaba perder y con ella había perdido algo. Yo imaginaba al Jim que conocí. Al que nos trampeaba con cromos de béisbol y nos robaba la bicicleta. Lo recordaba y todo tenía más sentido. 

No pienso que la gente sea mala, nena, no lo pienso. Si no, no podría seguir adelante. Durante años había pensado que un chaval de 15 años no podía matar a otro por puro placer. Siempre creí que fue un accidente, incluso había olvidado todos los detalles de JFK. Nunca pensé que Batman en realidad estaba de vacaciones y desde Bahamas no pudo salvar ni al presidente ni a Sammy. Cuando leí aquel periódico supe que no había sido casual. Que Jim, como Lee Harvey Oswald, no pretendía evitar que el presidente leyese el discurso en el que anunciaba vida extraterrestre. 

Hay quien opina que el tiempo actúa por nosotros si lo dejamos. Sin embargo, lo único que actúa es la lógica de algunos hijos de puta que aprietan el gatillo. Su historia se repite si les dejan. Oswald lo haría una y otra vez. Batman lo haría una y otra vez. Yo no sé lo que haría una y otra vez. Quizá me equivoco, como siempre, quizá lo que yo hago es equivocarme mientras otros cometen crímenes. Esta noche he vuelto a pensar en Jim y Sammy, pero por favor, hazme un hueco en la cama, me siento muy solo cuando odio a la gente que mata y a la que muere sin dejar más huella que un descapotable negro en Dallas. 



martes, 29 de noviembre de 2011

El hombre, el mito (VI)

"[...] Verás, dijo Johnny cuando entraban en la sala repleta de gente, verás, esta ya es otra liga. Aquí nadie dispara con balas de fogueo, aquí los tiros son a matar. Supongo que ahora crees que no estás preparado. Tranquilo, nadie está preparado al principio, y, sin embargo, ahí los tienes a todos, sobreviviendo. Es cuestión sólo de creer en ti. Hay quien piensa que la confianza en uno mismo no es nada, pero para otros es el único arma con el que se despiertan todas las mañanas y salen a la calle a luchar por la vida. Puede que no te salga bien, al principio te sentirás como si caminases con unos zapatos que no son tuyos. Un día acabarás por fin corriendo, pero no se te olvide nunca que aquí las balas no son de fogueo, ¿lo entiendes?, dijo Johhny zarandeándolo por la pechera, ¿lo entiendes? Tienes que entenderlo, chico, de lo contrario yo no podré hacer nada por ti. No siempre voy a estar aquí para salvarte el culo. Puede que incluso algún día seas tú quien salve el mío. [...]"

lunes, 28 de noviembre de 2011

fin de semana

Me he encomendado a la patrona del mar para cruzar el desierto. Es cuestión de océanos e islas: debajo de las sábanas se acumulan las tormentas, la niebla está sobre las dunas, y nosotros atravesamos esas dunas aunque te duermas mientras yo busco el norte de la autopista con las luces, pero el norte no está en ninguna parte. ¿Dónde está el norte, mientras paseamos bajo el sol en la gran ciudad? ¿Dónde está el norte, encerrados en el salón de hielo? Da igual, duerme, sigue durmiendo; te llamaré desde el peaje, como te prometí hace tanto. Cuando cojas el teléfono no vas a encontrar más despertares difuminados en la ventana ni yo voy a encontrar lunes por la mañana en la estación. Hoy que ya no hay tormenta ni mares ni desiertos, sino que está la tarde despejada, me vuelves al subir la marea, aunque sé que no estais ni tú ni tu pingüino paradójico, seguramente estareis cruzando el polo en trineo o nada más que un paso de peatones entre caras que no conozco ni me interesa conocer: a mí lo que me interesa es secuestrarte en el asiento del copiloto y besarte sólo cuando el semáforo esté en rojo, de modo que voy a seguir toda la noche dando vueltas por las avenidas más transitadas, buscaré los atascos más largos. Podremos ver el reflejo de los coches en el tejado si levantamos la vista, si cerramos la boca podremos escucharnos más cerca; nunca te he contado que leo tu espalda en morse durante la siesta de las tardes de domingo. No te voy a pedir que me salves de ellas, porque se han inventado para darle sentido a los suplementos del periódico y a los telefilmes, para que nos conozcan los sofás y los bombones. Que cualquier día es fin de semana, igual que en las vacaciones de verano. Aunque ya no estés aquí, yo, de haber sabido que en este mar de agua, frío, niebla y arena solitaria las vistas merecían tanto la pena, me habría echado a navegar hace años.


sábado, 26 de noviembre de 2011

Los buenos tiempos

porque tu oración me dio en toda la cabeza:
bailemos por los que no pueden
("Los buenos tiempos" David González, poeta)

Salimos de la antigua sala de autopsias, y, aunque no os lo creáis, allí hacía más frío, con la mesa de mármol y la lámpara blanca y el polvo que hacía corros en el suelo y los cables en espiral, abandonados, salimos de la antigua sala de autopsias y fuera todo era más cálido, así que de pronto, al montarnos en el coche aún en silencio lo pensé: pensé que quería estar vivo, que quería llegar a casa y tener frío o calor, que quería correr y sudar, que quería que vengas mañana y bailemos juntos aunque sólo sea una vez, bailemos por los que no pueden, lo supe al recorrer el pasillo y ver las pintadas que afirman que la noche no es de nadie, que la noche es negra y blanca, fuera hace frío y no juega ningún niño y nuestras vidas se acaban yendo aunque se enrollen sobre sí mismas como los cables de la lámpara en la antigua sala, podremos girar sobre nosotros mismos hasta hartarnos, pero esto no habrá servido de nada si seguimos notando el frío, si seguimos en silencio dentro del coche, hasta que enciendo el radiocassette, arranco una conversación banal, echo de menos un cigarrillo y pienso en todos los buenos tiempos que aún no hemos gastado, que sea de mármol el suelo y no la mesa, que vayamos a morir de calor, que, por favor, volvamos a bailar juntos. 

viernes, 25 de noviembre de 2011

Juego de pies

Todas las leyes físicas se han puesto de acuerdo para que los pies sean la clave del juego, los que te hacen correr y los que te llevan a esconderte, los que te elevan y también los que te hunden. Hay quien sabe dónde tiene los pies pero no dónde la cabeza, hay quien se viste por los pies y hay personas a cuyos pies uno se echaría. Pero al final todo ese cúmulo de gente acaba perdiendo terreno frente a los que reúnen la simple cualidad de tener los pies en la tierra. Usted elija el lado que más le plazca, pero tenga en cuenta que, físicamente, sólo es factible despegar desde abajo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

lana

Ahora engrosan las colas del paro todos los que antes falsificaron mantas para las casas que crecían en los suburbios, casas como la que nosotros habitamos, dónde están ahora esas mantas mientras, congelado, estiro un brazo para agarrarte sobre las sábanas de nieve, y si te estiras para agarrarme y no me encuentras, no te preocupes, me habré ido sin ruido, estaré tejiendo para el invierno que se asoma, ocuparé las fábricas que ya nadie usa y con la lana que encuentre en el camino, prendida en los matorrales, haré nuevas mantas de colores con parches de colores para tapar agujeros de colores que nos cubran los pies, fríos, fríos, volveré por la mañana cuando tú todavía duermas y te cubriré en silencio, sin que abras los ojos, te dejaré allí arropada, quieta, me iré a la cocina a por café, pero si me canso de esperarte en ese reino de azulejos de hielo volveré sin ejército para anexar tu territorio, de modo que sean mis noticias de guerra relámpago las que te despierten, por eso no tendrás más remedio que firmar la rendición y guardarte cláusulas en el tratado de paz para que yo me duerma tranquilo soñando que te vengas de mí, hasta que suceda, y amanezca por fin con tu deseada venganza.

martes, 22 de noviembre de 2011


    puede que el tiempo te dé la razón
    pero no queda tiempo, hoy es el día
    (Nacho Vegas)

    [...] - ¿Y, cómo recuerda usted todo lo que vino después?
    - Verá. Lo de después se trató básicamente de dejar las películas a medio ver. De dormir muy poco y de pasarme los días con ojeras y soñando despierto. Se trataba de conducir al trabajo entre la niebla, de mirar por la ventana con la solemne intención de que nada había pasado. Lo de después era verse en todas las canciones, mirar el teléfono como una puerta interdimensional. Pasar las tardes en silencio leyendo en el sofá.
    - Pero, ¿fue algo reseñable?
    - Claro que sí. No fue el otoño post-apocalíptico previsto. Sin parecerlo, fue algo mucho más allá. Como cuando alguien se deja encendida sin querer la calefacción por la noche y, sin darte cuenta del hecho, duermes mejor porque tienes mucho menos frío. Luego te levantas y los días son más agradables.
    - Si pudiera, ¿cambiaría algo de aquel tiempo?
    - No. Uno nunca sabe cómo podría ser todo, si todo fuera diferente. Pero no cambiaría nada de aquel período. Todo era simple y ordenado, los compases estaban bien sincronizados y las hojas se iban cayendo como los días. Sin tener demasiado claros los mecanismos, diría que incluso fui feliz.
    - ¿Fue feliz, entonces?
    - Sí. Es peor ser feliz, porque sabes que después de arriba viene abajo, sabes que tu suerte acaba cambiando de signo. Pero aunque vivas con la sombra del descenso al otro lado de la esquina, si eres capaz de recorrer el camino con la cabeza alta, sonriendo al cruzar la plaza mayor o un paso de peatones, ya has logrado algo.
    - Por terminar, ¿se atrevería a poner un titular?
    - No puedo, no sabría, ese es su trabajo. Si yo reseñase un solo hecho, aunque todo hablase de un solo nombre, estaría traicionando una época. Y esa época quiero conservarla tan íntegra como intenté vivirla, como unos meses que no fueron un otoño ni un conjunto vacío, unos meses que ahora son ese libro.  [...]

viernes, 18 de noviembre de 2011

Erecciones Anticipadas

Cuenta que vio el futuro en una explosión nuclear. Que los cuantos, más veloces que la luz, abrieron un agujero negro unidimensional al que pudo asomarse durante unos breves instantes que le parecieron horas. Sería cosa de la relatividad. Allí estaban, con sus vergas al aire como mástiles de velero que surca los mares. No habían precisado de unas primarias para sufrir sus primeras erecciones anticipadas, y en esta jornada de reflexión sólo piensan en sus tronos calefactados para poder pasar este invierno nuclear causado por la bomba gracias a la que yo, y media España más, hemos visto el futuro.

jueves, 17 de noviembre de 2011

balasto

me preguntas si como yo son los demás;
ni lo sé, ni lo quiero pensar
(Sr. Chinarro)

he soñado con tu sexo hirviente, me lo ha recordado la mancha de la cama, ya no era noviembre sino julio y mi espalda era de regadío, después desayunábamos en el balcón que no tengo con las vistas que sí que tengo, te hacía fotos y te reías, porque pasaban al álbum de mis padres, el de las tapas granates, donde duerme para siempre 1979, pero no, despierto y mis padres ven la televisión en el comedor bajo los cuadros de caza y la cerámica portuguesa, a veces me pierdo si pienso en ti demasiado rato, a veces me pierdo si no lo hago, porque sigo siendo noviembre y tú sigues siendo lo que me salva sin saberlo, sin estar aquí, tendría que matar demasiada gente para contarte esta historia, esta historia de mañanas con niebla y tardes con sol, esta historia a 33 revoluciones por minuto que si se pone en el tocadiscos equivocado suena horrible, pero que aquí y ahora suena cojonuda, ¿no te quedarías esta tarde también escuchándola? quédate, todo será familiar, no he movido un solo cuadro ni he rehecho a lápiz las fotografías, no soy nadie que no conozcas ya, soy el tipo que sueña pero que sabe que la realidad siempre llega a coger el autobús mientras tú te quedas en tierra y son las 7.30 de la mañana, a dónde vas a ir si los bares de viejos en los que tomar café ahora son clasistas, sirven gin-fizz, cierran a las 11 de la noche, pero ya ponen tazas de desayuno ni churros grasientos con los que manchar el periódico, que ya trae bastantes manchas, las manchas que dejan las vidas como las nuestras, las que les va bien, sin más, las de vacaciones con cassettes en la A-3 y arena en la toalla, que te invitan a algo en nochevieja si subes a felicitarles el año antes de salir a beber, vidas que se pudren un poco al sol pero que dan envidia por cómo circulan sobre el balasto, vuelve, no te vayas, vuelve, si quieres hablaré de ti igual que hablo de otros, pero es mejor soñar contigo que hablar de ti y como estás callada puedo imaginarme lo que quieres, incluso puedo imaginarme lo que quiero, pero esa si cuento esa historia tendría que matar a demasiada gente.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

500 (q.u.i.n.i.e.n.t.o.s)

Entre borradores y entradas publicadas, esta hace la número 500 del Blog. 3 años y medio, desde Abril de 2008. En el antiguo espacio de Windows (que Windows se encargó convenientemente de borrar para siempre) había otros dos años (desde Marzo de 2006) más de intentos de literatura. En resumen, he escrito mucho. Y vosotros lo habeis leido. Casi 20.000 visitas desde que puse a funcionar Google Analytics en Mayo de 2009. ¡¡Enhorabuena!! ¡¡Muchas gracias!!

 Esta noche, repasando archivos, me preguntaba: ¿por qué escribo? Escribo por mí. Para liberarme. Escribo para sacar de dentro alegrías y penas, miedos y sueños. En este tiempo me he descrito, aún a veces inconscientemente, he descrito mundos paralelos que no dejaban de ser el mío, y eso me ha salvado más de una y de dos veces. Pero también hay otra parte menos egoísta, la de escribir por compartir. La de escribir por crear. Escribir por mejorar y seguir mejorando. Incluso escribir por agradar, escribir por cumplir. No negaré que lo he hecho, ¿quién no es un poco complaciente?

 Este blog me ha dado grandísimas satisfacciones. Es un campo abierto en el que corro como quiero y hacia donde quiero. Es el espacio en el que puedo recrear todas las partes que no caben en la realidad. Las historias que he dejado a medio vivir, las que he soñado con vivir, las que otros han vivido por mí, las que otros me han contado. Cruces de calles a los que me he asomado, autovías que siempre viajan hacia el oeste. Vidas y venidas, muertes y resurrecciones. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero siempre corremos en rutas paralelas, aunque no nos toquemos. Este blog puede ser literatura o no serlo. Pero es útil. Me es útil. He conocido gente gracias a él. He perdido gente gracias a él. He mejorado y he empeorado. He tenido temporadas prolíficas y he cruzado desiertos que ya quisieran para sí algunos. El blog suele hablar de amor, porque me encanta el amor en todas sus acepciones. El amor como pérdida y derrota, el amor como expresión de la carne y las putas en la carretera, el amor como victoria efímera pero inigualable. El amor mueve al mundo más que el dinero. Y eso me gusta, por eso me gusta escribir de amor, aunque a veces tenga que sonar a odio. Me gusta reírme, me encanta el sarcasmo y la ironía. No entiendo la vida sin sacar una vuelta de tuerca a la realidad, que ya de por sí es absurda. Por eso afirmaría que el segundo tema al que más recurro es al humor. Hay que reírse, en primer lugar de uno mismo. Odio a quien intenta dar lecciones desde estas tribunas.

 Los blogs ya no viven su momento dorado. Las redes sociales van desplazándolos, en este mundo de la inmediatez. Nadie lee en internet ya, sólo escanean con la vista. Por eso toca reinventarse, hay que dar en píldoras lo que antes se podía dar en largas páginas. Los lectores de Metro y Autobús, los lectores de dispositivos portátiles, los lectores de diez minutos previos a acostarse, exigen nueva comida para sus ojos. Uno hace lo que puede, consciente de que al final, todo pasa y todo queda. Y lo nuestro, lo vuestro, lo tuyo, que lees esto, y lo mío, que lo escribo, también es pasar.

Pasar, si se pueden, otras 500 entradas más. Y luego celebrarlo como se merecen. Con amor y humor, si se puede. En los bares, si nos dejan. Riendonos de todo y de todos, siempre escribiendo, siempre en la brecha.

¡Un abrazo fuerte!

 pd: para Jaio, todo empieza y acaba con esta canción

El hombre, el mito (V)

El tiempo, que nunca sobra, viene a visitarnos de vez en cuando. Y los estúpidos abren las ventanas del salón, le invitan a ponerse cómodo en el sofá, le regalan bombones y tratan de detenerlo inútilmente, sin saber que es uno de esos invitados que sólo te muestran cortesía porque tu casa queda de camino hacia otro destino más lejano. Aparte de eso, había gente como Johnny, que veía mal de lejos y buscaba su cara entre todas las de la ciudad. Johnny, que veía mal de lejos y buscaba su cara entre todas las de la ciudad no solía reconocer al tiempo hasta que no se le había echado encima, por eso no preparaba nada y le dispensaba un trato rápido, en ocasiones maleducado. Sin embargo, sabiendo que el tiempo iba a seguir su camino de todos modos, Johnny seguía con el suyo propio. Y se diferenciaba de los estúpidos en que, a pesar de terminar sabiendo e ignorando lo mismo que ellos, al menos a él nunca podrían acusarle de malgastar los zapatos dando vueltas.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Born to run

Las moscas acechan a los viejos en Noviembre. Los acechan en las habitaciones del Hospital. Reconocen los números de las habitaciones. Huelen la muerte y las úlceras. He visitado depósitos de cadáveres más felices. He visto la sangre reventando contra el suelo en una explosión de felicidad, un niágara de desechos. He estado corriendo siempre para evitar este momento y aquí estoy, justo de frente. Ahora la explosión es entre mis costillas y la combustión agota el aire, porque todo ha vuelto aunque sólo fuera durante una milésima de segundo, y sólo dormido. Cómo puedes detenerlo si aparece en un sueño. Allí estás indefenso, allí no hay estrellas de rock y tú sólo te dedicas a correr entre la multitud con los brazos en alto. Allí no tienes una coraza, la que te has puesto cada día desde entonces. Corre si puedes. Corre porque puedes. Corre por los que no pueden. Tengo las manos empapadas. En un sueño sólo puedes ser el espectador de lujo de la comedia o de la tragedia, ¿a dónde quieres ir si no puedes escaparte? Nadie te avisó de cómo acababa esta película. A mí nadie me avisó de cómo empezaba. Me cortaré el pelo y huiré al oeste, al este, al sur, al norte. Daré las vueltas que sean necesarias, siempre corriendo, ahora que puedo correr. Pero nunca puedes detenerlo, nunca puedes huir si está en medio de un sueño. Cuántas vueltas hemos dado, cuántas nos faltan aún. Está todo escrito por si alguna vez se me olvida. Si alguien lo leyese, nunca lo creería. Lo dejo bajo llave para que lo encuentren los próximos inquilinos y se imaginen una historia diferente. Quién sabe, quizá somos sólo las historias que otros imaginan por nosotros. Eso es parte de otro sueño, y allí nunca puedes cambiar ninguna pieza del puzzle. Cantaremos canciones que no son la nuestra, visitaremos centros comerciales en domingos por la mañana. La tarde es para la partida de cartas. La intersección se va quedando atrás, quemaré los mapas y seguiré corriendo. Sudaré hasta quedarme sin agua. Me he despertado sudando, porque incluso en el sueño ya estaba corriendo. Tengo el pelo más corto, conozco las carreteras y los parques siniestros de madrugada, pero siempre acabo volviendo al lugar del crimen. Si me ve la policía pensará que soy el asesino. Sabes, las moscas han dejado de oler a los viejos y huelen ahora mi sudor, aunque mi puerta no está marcada con ningún número. Ha sido un placer encontrarnos de nuevo, incluso si sólo ha sido un sueño, pero ahora me voy. Tengo que seguir corriendo.


viernes, 11 de noviembre de 2011

Correo Postal

El remedio a la impaciencia, los besos en abecedario morse y las colas en las oficinas de Correos comparten un lugar común en la estantería de muchos museos. Los sellos han dejado paso a etiquetas certificadas y cada día menos buzones y más lentos se reparten las calles de nuestra ciudad. Sin embargo, yo no me he rendido a la evidencia del 2.0 y sigo agarrado a clavos ardiendo, a cafés ardiendo para despertar en el hospital. Debería contarte que he visto la cara de la muerte en hombres que descansan boca abajo en su cama. Debería relatar cómo se me han aparecido todos mis fantasmas en el pecho, en los sueños, las caras que nunca quedarán atrás y las que nunca conoceré. Debería contarte quizá por qué me salvas la vida en fascículos de trentaicinco céntimos, de nombres que he escrito en las paredes, pero no lo hago porque no estás y ya va para largo que no nos olemos, me recuerda la manta. El remedio a la impaciencia, el abecedario morse del revés, las oficinistas de Correos no pueden compartir conmigo la salvación, no pueden compartir conmigo las horas perdidas en los transportes públicos y tampoco comparten la distancia ni las batallas. Pero, en el fondo, saben de lo que hablo, porque soy yo quien le ha dado forma a cada garabato para desdibujar la realidad. Para volver a esperar cartas.

martes, 8 de noviembre de 2011

Que se besen, que se besen





18.45 pm Madrid. IFEMA, Ferraz, Génova.
Victoria Prego pone a calentar al baño maría el sarcófago en carbonita de Manuel Campo Vidal. Mientras tanto, Rajoy y Rodríguez, digo, Pérez Rubalcaba (en adelante R-R) se whatsappean. "Kmo vas a ir?" "corbta azul y traje tmb azul marino" "ok, t copio".

19.30 pm Madrid. IFEMA, Ferraz, Génova.
Victoria Prego sumerge el dedo en la carbonita ya líquida. El moderador está a punto de nieve. Le conectan el cable a la nuca por donde le introducen la actualización de software de 2011 con módulos de portugués e italiano y un cursillo de sushi por si hay hambre en el intermezzo. Rajoy merienda un plato de jamón ibérico en su despacho mientras dibuja un atardecer de Cézanne a plumilla en un folio blanco apoyado sobre su propio programa. Rodríguez, digo, Pérez Rubalcaba termina el bocadillo de nocilla que su jefa de campaña le ha preparado y envuelto en film transparente.

20.15 pm Madrid. Estudios centrales de Intereconomía.
Las prostitutas que se han pasado la tarde felando a los tertulianos de El Gato al Agua para disminuir su evidente nivel de estrés son convenientemente pagadas y despedidas. Los tertulianos hacen circular un rollo de papel higiénico de mano en mano y descorchan con gesto apacible un Tinto de Toro mientras ocupan sus lugares alrededor de la mesa.

20.30 pm Madrid. Palacio de la Moncloa
Sonsoles le sirve a José Luis un vaso de agua. "Pero si no tengo sed" "Bebe, da igual, ha dicho el médico que es bueno". José Luis se desploma al suelo inmediatamente tras hacer efecto el haloperidol. Felipe y Alfonso esperan en la puerta con la furgoneta arrancada. Se llevan el cuerpo de camino al depósito. De camino allí sólo cruzan unas palabras. "No ha estado tan mal". "Hombre, comparado con Joaquín, que no aguantó ni tres meses..."

21.15 pm Madrid. Estudios centrales de Mediaset
Paolo Vasile recarga a mano por quinta vez su AK-47 Kalashnikov para derribar a los últimos miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) que vienen a impedirle que emita una cinta con la reposición del último Sálvame Deluxe en lugar del debate. Por suerte ya ha caído el último GEO cuando aparca en la puerta el autobús con las prostitutas que vienen de Intereconomía.

21.25. Madrid, IFEMA, camerinos.
R-R llegan a las afueras del palacio convenientemente iluminado como la Estrella de la Muerte. El Whatsapp coordinó sus movimientos. "Dnd stas?" "Ya stoy en Cardenal Herrera Oria, t gano d nuevo jaja". Entran separados por dos minutos. En los camerinos se esperan. Rodríguez, digo, Pérez Rubalcaba tiene preparada una rosa en su puño cerrado, a imagen y semejanza del partido que representa. Rajoy trae una plumilla, ante la imposibilidad de encontrar una gaviota completa en Madrid a estas horas. Intercambian regalos, abrazos y parabienes. "Tenía ganas de verte" "Ya te digo".

21.45 pm Madrid, IFEMA, escenario central.
Tras la reanimación cardiopulmonar a Manolo Campo Vidal, y con The Observer en la sombra por si alguien tiene que salir a sustituirle, las cámaras se encienden. R-R se dedican una última mirada de nervios, de esas que sólo pueden lanzarse dos enamorados suspendidos sobre el vacío en una cuerda floja, separados por centenares de metros entre sí, pero con tanto que decirse.

23.50 pm Madrid, IFEMA, camerinos.
El sudor es el preludio de la victoria. Cálidos aplausos tras dos horas de TV. Llegan noticias al Twitter de ambos candidatos. Todos son ganadores. Paolo Vasile ha sido capturado por un miliciano, pero las imágenes dicen que sigue vivo. Orgía en Intereconomía, no han podido ni esperar a la llegada de la segunda hornada de prostitutas. Las calles de Madrid rebosan de partidarios de ambos equipos, digo, partidos que cantan los himnos y se bañan en Cibeles, Neptuno y Madrid Río, para regocijo de AR-G.

3.45 am Madrid. Club "La Habana".
Fuera las luces son de colores. Rojo, azul, rojo. El polígono industrial es silencioso, desde la segunda planta se ve el skyline de la Corrupción. Todo ha salido bien, se abrazan. Se besan al oído reprochándose los ataques y las mentiras, pero eso los va excitando más y más. Hablan de Sanidad y de Economía agarrandose de la pechera, haciendo temblar la cama con ritmo de bossa nova. Se miran de nuevo en la habitación semi-iluminada. Se vuelven a besar y a amar, a amar hasta que R-R alcanzan el orgasmo al unísono en un paroxismo de Bipartidismo y Democracia.

Todos son ganadores.

Epílogo: 4.59 am. Madrid, calle Conde de Romanones.
C.L., que prefiere mantener el anonimato pese a ser el coordinador del tercer partido más votado de la nación, está solo en su salón. Flap, flap, flap, flap. No ha salido de casa en todo el día por miedo a ser reconocido. Flap, flap, flap, flap. La televisión aúlla con programas infernales de Teletienda, pero él espera a esa presentadora. Flap, flap, flap. Y cuando casi está, cuando casi ha llegado, llegan las 5.00 am y el Telediario viene hasta él con imágenes de la gran batalla R-R. Y  es entonces cuando a C.L se le viene abajo.Flap. Flap.

Casi todos ganan.

viernes, 4 de noviembre de 2011

El banquete

"Los hombres primitivos, cuenta Aristófanes, eran esféricos [...] Deberían haber sido felices, porque compartían la perfección del círculo. [...] Entonces Zeus los castigó. Los cortó en dos como se corta un huevo. [...] Los hombres, divididos y mutilados, sintieron una desgarradora añoranza de la unidad originaria; suspiraban por la mitad perdida, deseaban algo que no sabían nombrar, algo que entreveían y adivinaban oscuramente, y habrían querido identificarse unos con otros, fundirse en un solo cuerpo. Así, hoy, miles de años después de ese castigo de Zeus, si queremos conocer la felicidad, hemos de encontrar a ese amado que es nuestro, a la parte que fue violentamente desgajada de cada uno de nosotros; y sólo Eros puede reunir a las dos partes divididas.

El amor no es, pues, el sentimiento de la plenitud, como creían los demás comensales. No existía cuando los hombres eran circulares. Sólo puede surgir de la derrota, en el abandono, en la mutilación, en la caída."[...]

Pietro Citati, "La luz de la noche"

jueves, 3 de noviembre de 2011

Have you ever seen the rain?

Hay dos putas bailando encima de esa tarima, y ¿qué voy a hacerle yo? Yo que bailé, yo que bebí, yo que salté, yo que me tiré, yo que me vine y me fui, ¿qué voy a hacerle yo? Hay dos putas bailando encima de esa tarima, mi amigo y yo bebemos mano a mano a mano a mano, esta no es nuestra música ni tampoco la de las dos putas que bailan, ellas se mueven mejor al sonajero de una cama que va y vuelve contra la pared. Se mueven mejor entre hielo, se mueven mejor entre sábanas de raso, pero no aquí ni ahora ni con nosotros. En la calle está lloviendo. Apaga la música y escucha al otro lado de la ventana. Llueve. He llegado a casa borracho, ¿por qué no me quieres besar? ¿Este aliento no es el mismo, acaso, que te dice al oído mentiras? Tanto cambia que no me reconoces y me haces dormir en el salón donde llueve, llueve tanto que quizá tenga que escaparme en una barca para buscar putas de puerto en puerto cuando en realidad te estoy buscando a ti, que nunca has visto la lluvia, porque no me has visto llover. No has visto cuando lluevo en la cocina sobre un plato de alubias con arroz, ni me has visto llover enfrente de la televisión. Quiero creer que no nos conocemos cuando hablamos, y así la ignorancia me hace más atrevido, y a ti te hace aún más bonita, por si no fuera suficiente con que me arrancaras la piel al sonreír. No nos conocemos, por eso nos ignoramos, ahí fuera llueve ¿no lo escuchas? No, no lo escuchas, duermes. Mañana estarás despierta y habrá escampado, y habré escapado. Aquellas putas nunca iban a bailar como nosotros hemos bailado, aunque bailen encima de esa tarima, y se muevan en el hielo. No bailarán como nosotros porque sus canciones no hablan de lluvia. Yo sólo querría que me escucharas y que una tarde de estas nos lloviéramos por ahí mientras las putas, ajenas a lo que significamos en medio de la calle, queman contenedores y copas. Nosotros reiremos y pasaremos al lado de las hogueras, lo he visto en una bola de cristal. Porque la vida que nos hemos perdido, simplemente, no existe.

martes, 1 de noviembre de 2011

23

Es el número de Jordan, la camiseta más vendida a lo largo de la Historia. Es un número primo. Es un después a todo lo que han sido los 22 que tantas vueltas me han dado. Es una incógnita y una puerta al futuro y las estrellas. Es dejar atrás varios nombres propios y seguir adelante con muchos más aún. El 23 tiene que ser un gran año, va a ser un gran año, porque lo vamos a luchar, porque ya llevamos tiempo luchandolo. Gracias a los que habéis estado, a los que siempre estáis, a los que habéis llegado para quedaros. Gracias, siempre gracias. Espero que lo vivamos juntos, como de costumbre. Jaionara, baby se hace mayor, pero sigue en la brecha.

lunes, 31 de octubre de 2011

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio

Crecí leyendo los cómics de Tintín que mis padres le habían regalado a mi hermano. Por eso ya estaban viejos, usados, casi deshechos. Por eso ahora tienen aún más encanto, porque no recuerdo cuántas veces habré leído cada tomo. Llevaba meses esperando esta película que, además, es la primera que he visto en 3D. Y he de reconocer que no estoy defraudado en absoluto. Que podemos estar de acuerdo en que Spielberg empieza a chochear y se gusta dando vueltas sobre sí mismo, que podemos estar de acuerdo en los indudables paralelismos entre Indiana Jones y el intrépido reportero belga del Petit Vingtième.

Pero es que la vuelta de tuerca la otorga el genial Peter Jackson que, para mí, está muy por encima de otros cerebros cinematográficos de la década en cuanto a innovación se refiere. La tecnología de Jackson y el savoir faire de Spielberg hacen un cóctel explosivo con un guión que aprovecha bien las tramas originales de Hergé atreviéndose a mezclar varios libros y personajes fuera de lugar. Aunque yo, como purista, le quitaría todos los añadidos del final. Uno, que se acaba volviendo conservador.

En resumen, "Las aventuras de Tintín: el Secreto del Unicornio" me parece una película de aceptable consistencia y fácil consumo, que exige rebajar el nivel de crítica para, simplemente, disfrutar del espectáculo visual de fuegos artificiales, que sabe sacar lo mejor del cómic para entretener y que como aficionado, no me ha defraudado en absoluto.

Si no he entendido mal, en la secuela se intercambiarán los papeles, y será Spielberg el productor mientras que Jackson dirigirá...y eso aún será más interesante de ver. Por mi parte, ya estoy esperando desde ayer.

domingo, 30 de octubre de 2011

el hombre, el mito (IV)

[...] Me tengo que aguantar las ganas de reír a carcajadas, sobre todo porque estoy en un cementerio. Pero me reiría, colega, me reiría hoy por todas las veces que se han reído de mí. Pero recuerdo, estoy en un cementerio. Johnny, cuando suene esa lápida y los obreros pongan silicona en las juntas, nadie se acordará de ti. ¿Acaso te acordarás tú? Ahora que tengo en la mano la victoria y sé que es efímera, la disfruto. Me los imagino a todos, por separado, Johnny, esta noche, en sus pisos, con la luz encendida y la calefacción apagada, pensando en todo lo que han perdido en una sola guerra. Pero, ¿sabes? Otros ya hemos perdido, otros ya hemos pasado por ello. Yo te perdí a ti, en cuanto pongan esa lápida y cierren con silicona para que tus colegas vengamos en noviembre a traerte flores y tabaco de liar. Me reiría a carcajadas, pero no me sale porque es un cementerio y tu novia me miraría muy mal. Sé que te reirías conmigo, Johnny, si pudieras ver que con todo lo que perdimos, al final, o al menos hoy, hemos ganado. Mañana, ya veremos. [...]

brumario

Escúchame. Quiero explicarte la niebla. La niebla como un romance peleón que te deja una resaca de sábado y sofá, bajar la basura con chándal y saludar a los viejos del piso de abajo que van a asar castañas en una lata de conservas agujereada. La tarde tomando café americano en el hotel de enfrente mientras el camarero escucha su propia música, querer copas y no poder pagar ni las pastas de té. La niebla es en realidad todo lo que hay detrás, la cortina de la ducha detrás de la que te intuyo desnuda, pero me hace feliz eso, sólo intuirte empapada por completo; así está la ciudad: la intuyo congelada por completo mientras no la veo y camino a por churros siendo mi padre hace tantos años, siendo mi padre ahora, cambiando todas las fiestas por una sola botella de vino y alrededor estamos sólo los de siempre, los que fuimos, lo que quedamos, mirando detrás de la niebla, porque, escúchame, querría explicarte la niebla, cómo la niebla es todo lo que no ves, es el futuro y lo que no tienes, o quizá lo tienes ya pero no puedes verlo porque estás detrás de la cortina de la ducha, porque la ciudad está congelada. Quiero explicarte la niebla, pero no creo que lo vayas a entender. La niebla es la adolescencia esperando a que después de comer se despejara el cielo, la niebla de este sitio en realidad no es de aquí, me la traje yo del pueblo para podertela explicar, y que la vieras o no vieras nada más.

viernes, 28 de octubre de 2011

Escorpio

But, who needs time?
(Panic!at the disco)

Pensaba en ti pensando en las autovías, en cuando a las dos de la madrugada se vacían y nadie las mira, entonces ¿qué harán las autovías? Las hamburguesas olían en el asiento de atrás mientras se podrían despacio, así sucede con todo lo que se abandona en vez de ser tirado a la basura. Miro por la ventana pensando en otras (cosas) que son mucho más simples. Llueve, es otoño, todo funciona despacio. La ciudad funciona despacio, mi cabeza funciona despacio. El pescado se descongela despacio en el fregadero. ¿Qué hará el pescado, cuando nadie lo mira? Los trozos de hielo se van cayendo uno tras otro. Luego me siento junto a un amigo en el cuarto de baño. Su pierna sangra, con un trozo de carne arrancado, y yo limpio y curo la herida. Veo su cara retorcerse y le hablo de ti para ver si puedo encoger la cara de dolor igual que hace él. Él se marea de dolor y yo le envidio igual que las autovías a los caminos, porque cuando el agua cae los arrastra, los deshace, y eso los transforma, mientras que el asfalto permanece inalterable. La tarde sigue adelante, tú fumas Lucky y ya no vas a las bibliotecas, ¿cómo voy a encontrarte? Los bares, las calles, los parques públicos son demasiado pequeños para no vernos, sabía que después de verte en aquella esquina te besaría. Te besé y no fue en aquella esquina. Cerramos el círculo pero me odiaste por cerrar la boca, por esconder la lengua, por no ser quien esperabas que fuera. Yo elegí las fichas, el tablero, yo elegí el premio y el castigo, yo porque soy Escorpio, y los Escorpio somos así en las autovías y en las cocinas, rodamos entre la multitud, nos escondemos debajo de las piedras en el día a día y si el aguijón funciona, matamos, y si no funciona, nos lo clavaremos nosotros mismos en un pequeño anillo de fuego.

jueves, 27 de octubre de 2011

ser valiente no es sólo cuestión de suerte

  

"no saben que han cambiado las cosas
no saben que han llegado
la libertad
y la democracia
a este país"

y todo lo que aún queda por hacer

lunes, 24 de octubre de 2011

Andar por casa

A nuestro paso por las ciudades seremos flores atadas con celofán a las farolas coronando pasos de peatones, y jirones de niebla que corren por encima del agua cuando cruzamos el río para ir a trabajar, sólo eso, homenajes efímeros a héroes anónimos. Candados en los puentes, graffitis en las paredes, folletos semanales de publicidad en los buzones. El precio de lo cotidiano es el que te marca la piel, la que huele a lejía después de limpiar el cuarto de baño, el calor instantáneo de los radiadores eléctricos, el tacto húmedo de las toallas cuando otros se han duchado, los hilos de sangre en pañuelos de papel y el moho de las naranjas. Somos rostros en la masa que nunca luchan por sobresalir de la cartilla sanitaria, lo dicen las salas de espera en los centros de salud. No nos va a matar el tabaco, sino los martes de lluvia a los que tendremos que sobrevivir mirando por la ventana del cuarto de estar, pero, en cierto modo, para las generaciones que no nos ganaremos la eternidad en un campo de batalla, la eternidad de la monotonía será al mismo tiempo cielo e infierno.

domingo, 23 de octubre de 2011

Sirte

/la noche se esta cayendo y con ella cae el tiempo/la noche no sirvió de nada/ Cuando cruzamos el desierto nadie me avisó de la guerra y el Suzuki se caía, pero de noche encendíamos fuego y contabamos historias de liberación, cantábamos canciones de liberación. Una mañana llegamos a un oasis, yo pensaba en el agua como deseo, la antítesis de la arena, pero allí no había nadie, quedaba gasolina en barriles oxidados del Afrika Korps. /no one learned from your mistakes/ we let our prophets go to waste/ Había entrado demasiado polvo en la toma de aire elevada, y estábamos allí parados a nuestra propia sombra. Muy poco tiempo teníamos, muy poco tiempo nos hacía falta, quién necesita tiempo. Nunca tuve un kalashnikov ni una kefia. Nunca estuve en Afghanistán. Tenía el estómago en la garganta, nos callábamos. /elle a du faire toutes les guerres/ de la vie, de l'amour aussi/ Los tiros se aproximaban por el noroeste, a la sombra de nuestra sombra no hacía frío ni tampoco calor, aquello era el desierto y nadie nos avisó de la guerra, pero habíamos perdido. Las civilizaciones antiguas se hundieron entre piedras y se cubrieron con varios estratos, quién encontrará las balas que no hemos tenido para salvarnos. /and my eyes don't recognize you no more/ for reasons unknown/ La tumba del dictador y el monolito de la Place de la Concorde apuntan al cielo, y en el cielo no hay nada, no hay nubes, no hay más que la náusea porque somos aquí extranjeros, nadie tendrá piedad de los bereberes albinos, mientras me mareo y quiero vomitar tú no me miras, tú estás soñando con escupir y con un kalashnikov, sueñas con el cielo y yo con arena, qué diremos cuando lleguen. /tiembla como si fuera la primera vez/ como si fueras a largarte después/ Sus camisas abiertas, nuestros monos verdes, sus pieles sucias, nuestras uñas negras, sus barbas de revolución, nuestras nucas empapadas, sus sandalias, nuestras botas. Todos juntos y un abrazo que ya no será. Has girado la cara, he perdido la guerra. Para mí el coche, el fusil, el tesoro nunca encontrado, para ti las presas abiertas, incluso los sueños. La tumba y el monolito, pero en el cielo no hay nada. Suenan disparos muy cerca. He perdido, ya no puedo preguntarme si luché bien, corre y salvate. /i sentiu l'eternitat al vostre davant/

Super Pippo

Nadie debería morir. Nadie debería morir con 24 años. Nadie debería morir haciendo lo que le gusta, o quizá sí, todos deberíamos morir haciendo lo que nos gusta. Decía Miller que lo más bonito que te puede suceder es morir en medio de un orgasmo, y sin embargo está ahí, es la muerte, entras en la trayectoria y nadie te puede salvar, la sonrisa no es ya una sonrisa, y el pelo de payaso no amortigua, cuando todo se acaba en segundos y nadie debería morir, nadie debería morir con 24 años, nadie debería morir haciendo lo que le gusta, opine lo que opine Miller. Descansa en paz, Marco Simoncelli.

sábado, 22 de octubre de 2011

Alcaraván

Diga'm quantas cops t'has sentit sola enmig del  món
sense trobar el teu lloc
(Sopa de  Cabra)

Tú sabrás que eres tú, porque lo sabrás, sabrás cómo nunca seremos felices y siempre lo estaremos siendo, sabrás que me he metido todas estas bolsas de ketchup en la pechera para sangrar al primer disparo y que te rías, te reconocerás vestida en blanco y negro salvando al mundo pero sin salvarte a ti, ni yo tampoco te voy a salvar, ni me salvaremos, porque antes de conocernos ya caminabamos en esta ruta de una sola dirección que no tiene por qué ser la muerte y aún así no es menos terrible, todo lo que hagamos será tan divertido como siniestro, igual que mirar al sol y entrecerrar los ojos adivinando la sombra que está un par de pasos más lejos, te verás encajada en el silencio como yo en las palabras, serán las antípodas o el peor pueblo que hayas visto, y será o no será, pero siempre seremos mientras queden días como hoy que me recuerden por qué fuiste tú y ninguna otra.

jueves, 20 de octubre de 2011

el hombre, el mito (III)

[...] Johnny miró a aquel hijo de puta que le estaba vendiendo un televisor. Lo miró y con un golpe seco puso un taco con 5.000 pavos en billetes pequeños encima de la mesa. Lo siguió mirando. El hijo de puta sacó una botella de champán barato y una cubitera, hizo una llamada de teléfono, cerró la puerta de la tienda con dos vueltas de llave. Estuvo a punto de arrodillarse y chuparsela. Johnny estaba asqueado. Cualquier cosa se podía conseguir con dinero. Lo difícil era conseguir el dinero. Johnny, sin ir más lejos, había tenido que romper tres piernas por aquel taco de billetes. Johnny se preguntaba si valdría la pena romper otra pierna más por un televisor en color. [...]

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las afueras

No importa dónde hayamos nacido ni dónde vivamos, porque cada uno de nosotros somos los suburbios, los tenemos dentro como construcciones repetidas hasta el infinito, todas nuestras calles se parecen y por las noches dan miedo si no están iluminadas, cruzamos de acera para evitar lo que tememos y apenas llegan líneas de autobuses. Pese a todo, siempre queda algún descampado donde, de verano en verano, alguien prende fuego y entonces vienen los bomberos y salimos en las noticias, es entonces cuando parece que existimos realmente, justo cuando alguien se acuerda de nosotros.

martes, 18 de octubre de 2011

No sentir los hostales

He said: "Pete, we cannot undo the things we've done"
(B. Springsteen)


Hubo un tiempo como cualquier otro, salvo que era el tiempo de la culpa y tú y yo ya no vivíamos juntos. Yo vivía en hostales donde una meretriz servía sopa a las nueve de la noche. El televisor apagado y los huéspedes hablaban de todo, o no hablaban, y daba lo mismo. La prostituta engolaba la voz y apretaba los pechos contra nuestras cabezas cuando nos servía la sopa, pero yo pensaba en ti, pensaba en el tiempo de la culpa. Los huéspedes cambiaban, y los hostales cambiaban. Incluso cambiaban las putas, pero yo no cambiaba.

En la sopa de letras yo escribía tu nombre y el mío en frases copulativas que nunca ibas a leer, pero que nos acercaban. Allí jamás hubo signos de puntuación, salvo que se hubieran quedado en la olla pegados fideos como guiones y granos de arroz que fueran comas. Los trozos de carne liofilizada hacían las veces de párrafos en los que te hablaba de tragedia y los huesos de pollo eran puñales para lanzarnos por debajo de la mesa. Un día la prostituta que regentaba el hostal Maria Antonieta me descubrió y montó en cólera. Aquel era un hostal decente, allí nadie escribía sobre sexo con la sopa. Allí había sexo sucio por un precio limpio. 

Pasé una semana más en el hostal María Antonieta. No salí de la habitación en ningún momento. No baje a ingerir la sopa bajo la atenta mirada de aquel engendro que una vez pudo haber sido una mujer. Al séptimo día ella llamó a la puerta de la habitación. Respondí con voz cavernosa, después de no haber dicho una palabra en tanto tiempo. Adelante. Ella pasó, disfrazada para la ocasión con un corsé rojo. Sus pechos rebosaban las débiles paredes almidonadas y los cordones de la prenda. Me dijo: soy María Antonieta, y este es mi hostal, y por qué no has bajado a comer la sopa. Los demás pensaban que estabas muerto, pero yo sabía que no lo estabas, te miraba por un agujero que hago en la pared de cada habitación y te veía vivir. Soy María Antonieta, este es mi hostal, hazme el amor. 

Reprimí el vómito y la carcajada, las ganas de irme y quedarme y cortarme las venas. María Antonieta empezaba a desatarse el corsé y sus pechos eran ánforas romanas que llevaban doscientos mil años de herrumbre en el fondo del Adriático. Le dije: detente, María Antonieta, si es que te llamas así, detente y escucha mi triste historia. Le hablé de ti mientras me arrullaba contra ella. Por eso no querías comer la sopa, decía, por eso jugabas con los granos y las cucharas. Le conté todo sobre ti como si te hablase a ti. 

Yo sabía que ella no me entendería si le hablaba del tiempo de la culpa. Los tiempos estaban ordenados en el cajón cronológicamente, por tamaños, fechas y abreviaturas. A veces entraba a verlos. El tiempo del comienzo, el del final, el de los cines y los parques, el de no sentir las avenidas, el de las sartenes sucias. Le hablé de ti a aquella mujer travestida. Ella decía que no llorase, que los hombres no deben hacerlo. Me llamó maricón y quise tocarte otra vez, por eso la toqué a ella. 

La toqué a ella. Eso fue un error, porque ya no hubo marcha atrás. No se detuvo hasta que no me ató, me deshizo, me hundió. Yo cerraba los ojos y pensaba en tu cara. Tu cara perfectamente ordenada en el tiempo y el espacio. Pensaba en ti y en la culpa, en la casa que ya no compartíamos, en todas las letras que quedaron por pagar del coche. Mientras los ciento cincuenta kilos de Maria Antonieta subían y bajaban sobre mí pensaba en la mañana que me enseñaste el Gernika y me hablaste de la guerra. Todas las guerras se parecen. 

María Antonieta había perdido el sentido cuando llegó al orgasmo. Los franceses llaman a eso la petite mort. Pero ella no se movía. Se había desmayado encima de mí. Ciento cincuenta kilos de grasa sobre mis apenas sesenta y cinco. No puedo moverme. Sus senos ya no son ánforas, son dos icebergs que me aplastan la cara. Ahora sé que voy a ir de aquí sin verte de nuevo. Estoy boca arriba como cuando te tenía a ti, diosa, encima y nos reíamos de la vida. La muerte en forma de prostituta se ríe de mí. Me insta a despedirme. Estoy aquí tumbado, diosa, tumbado me voy a quedar, ya no siento los pies ni siento las piernas ni siento mi corazón fibrilarse, ni sentiré los hostales apagarse, no volveré a escribir frases copulativas como cuando me echaste de tu casa por una ventana. Cuando me echaste por la ventana, cuando volamos por la ventana. Y ahora ya no lo siento.

lunes, 17 de octubre de 2011

la imposibilidad de otra isla

Ya ves, soy un  loco y son más de las 3
(Love of Lesbian)

Me dijo que había creado una isla, y me reí en su cara. Una isla no se puede crear, una isla está o no está, pero no puedes hacerla aparecer ni desaparecer. Entonces se puso seria y me habló del atolón de Bikini y de las bombas de hidrógeno. Entonces se puso seria y echó azúcar al café hasta que una montaña empapada surgió del fondo de la taza.
- ¿Ves? He creado una isla. Sólo para ti- y ahora sí se estaba riendo.
- De acuerdo. Puede que hayas creado una isla para mí, pero es débil, mira cómo la derrite el líquido. Se va a desmoronar, incluso se diluirá y desaparecerá. Demuéstrame que esta isla es posible.

 Abrió el periódico. La isla volcánica del Hierro se resquebrajaba a base de terremotos, y de pronto, del fondo del mar había comenzado a surgir una nueva base a partir del magma que se solidificaba al contacto con el agua. Eso no sólo significaba que el Hierro no desaparecería, sino que surgiría otra nueva isla, una isla posible.
- Eso lo he hecho también yo.
- ¿Para mí? Creí que querías que nos fuésemos a La Habana, no a Canarias.

 Volvió a torcer el gesto. Eres idiota, me dijo de nuevo, me dijo que yo nunca entendería que la tierra tiembla debajo de nuestros pies, me acusó de ignorar todos los terremotos que provocaba deliberadamente, me escupió que debería pensar en todo el azufre que ahora poblaba el fondo marino, de los tesoros subacuáticos que se habían perdido, de la muerte de especies. Me acusó de ignorar la violencia que todos sus actos engendraban para atraparme, y yo sólo escuchaba. Comprendí entonces la imposibilidad de otra isla, de cómo fui yo el primero que negué la existencia de nuevos puertos. Cómo interrumpí la entrada al puerto y arrastré con mareas la arena de las playas, pisé las barreras de coral y ni siquiera me fijé de qué color eran. Entendí con mirarla que todos los acantilados caían al agua de nuevo y yo sería responsable único de los daños en las costas cercanas.

Me dijo que había creado una isla, y yo empecé a creerla, nunca tarde, pero empecé a creerla, y asumí que no era factible terminar un café anegado de azúcar del mismo modo que todo lo que no puede ser es tremendamente dulce pero inacabable, había espolón que podíamos compartir hasta que fuera imposible, pero que detrás vendrá turistas a las islas que habíamos creado que dirán “qué bellas son” y harán fotografías que nos conviertan en eternos para las memorias digitales y los discos duros que serán el epitafio de la modernidad.

Dónde estaremos enterrados y quiénes irán a visitarnos, piensan los peces que ingirieron demasiado azufre. Cuáles serán las fotos que nos recuerden, y quién apretará el botón que nos elimine para siempre, pensamos tú y yo que a día de hoy aún tenemos una isla.

domingo, 16 de octubre de 2011

Shine a light

I.
Corría el año 1939. Los maquis se echan al monte. La guerra de guerrillas ya no es posible como lo fuera antaño contra las huestes napoleónicas. Ahora los maquis buscan arbustos debajo de los que pasar cuarenta inviernos consecutivos sin tener una hoguera. La mayoría van cayendo, uno tras otro. El pueblo habla, pero el hambre y el frío también lo hacen, y muchos tienen que bajar, volver. Les espera la cárcel, el paseo, o una alacena debajo de la escalera. En las casas sí hay fuego, se acercan calientan las manos. Después, con el paso de las décadas recordarán el monte como símbolo de una guerra que nunca fue guerra, recordarán los arbustos, y las lumbres que nunca encendieron por miedo a que la columna de humo los delatase. Recuerdan la oscuridad, y a muchos les ciega el sol al salir del agujero, pero, incluso derrotados, siempre terminan buscando la luz.

II.
Yo solía llevar un mechero en la camisa, que iba cambiando con cierta frecuencia, para ofrecer fuego a las mujeres en los bares, y así poder saltar ese abismo que yo siempre me imaginaba entre nosotros.Terminé acumulando mecheros en un cajón, mecheros de colores a los que le ponía nombre, fecha, lugar. Nunca nadie me pidió fuego, salvo contadas ocasiones en las que, por supuesto, ya no llevaba encima los mecheros. Luego me sucedió una noche que compré un paquete de tabaco a pesar de que no fumo ni he fumado ni fumaré para compartir con una mujer que tampoco fuma. Esa vez no tenía mechero, tenía el fuego dentro.

III.
Dicen los científicos que el magma se acerca a la superficie, que el riesgo de explosión va siendo cada vez mayor. La opinión pública se divide entre quien jamás ha visto un volcán, quien se seduce por el color naranja de la lava que fluye  despacio, río dentro del río, y aquellos que temen el azufre, que tienen miedo de la masa de ceniza que se eleve hacia el cielo, columna mesiánica.

IV.
El doctor tiene una linterna camuflada bajo la forma de un bolígrafo en un bolsillo de su bata. El doctor explora las narices, bocas y orejas de la gente en la consulta, pero al doctor le fascina iluminar los ojos buscando pupilas mióticas y midriáticas, anisocóricas, reflejos de Marcus-Gunn. El doctor no mira el color de los ojos, sólo si se desvían, sólo si son perfectos. El doctor una vez vio una pupila que no era redonda, era un pupila en forma de estrella. ¿Cómo se verá a través de esa pupila, pensó el doctor? Recortó una cartulina, y vio que era indiferente, que el paso de la luz no dependía de la forma del orificio. Pero no se volvió a olvidar de la pupila en forma de estrella.

V.
La ciudad ilumina en naranja, pero de pequeños en el pueblo nos tumbábamos en la oscuridad de agosto a ver caer estrellas fugaces, y nos asustaban porque pensabamos que caían cerca, pero nunca caían. También nos quedábamos despiertos las noches de tormenta en que se cortaba la electricidad, y con velas se contaban los cuentos, pero no había miedo, porque estábamos juntos, eramos niños. A los niños nos asustaban las ciudades y las farolas que se extienden hasta el infinito, no el cielo negro.

VI.
/here comes the sun/and i say/it's all right/ desde la calle hemos iluminado al mundo que no cree en nosotros, y yo tampoco creo ya en la luz, pero fuimos bellos por un momento, durante una semana las aceras fueron nuestras, y los filósofos y las ideas y las amas de casa mezcladas con economistas. A mí la luz se me ha ido apagando, pero confío en que aún queda algo por hacer. Ven, salgamos al Sol.

viernes, 14 de octubre de 2011

bombón

Así fue como todo se paró de nuevo, el relámpago en la noche, las seis de la mañana y la cocina siempre está encendida para alumbrar el pasillo, los dos lados de la mesa son equivalentes como es equivalente el tamaño de las manos y el silencio que no es silencio porque sonríes y eso hace estruendo contra la pared, sonríes y eso rompe platos contra el suelo, sonríes y eso nos llena de sangre los pies y las sábanas, pero queda el momento congelado en que todo se detiene de nuevo aunque ya no sean las seis de la mañana sino el mediodía, y afuera el sol y los vecinos, la ropa tendida contra la pintura blanca, las persianas que se abren y la radio con los magacines locales, se gasta la tarde y te secuestraré secuestrándome; todo se para porque sonríes, todo se mueve porque sonríes, me ato la garganta porque sonríes y me hago budista porque sonríes, te cuento constelaciones en la espalda porque sonríes, te follo porque sonríes y te dejo de follar porque sigues sonriendo, porque alguien pregunta por mí en el portal; llegaremos lejos y a ninguna parte, y ahora no estás y busco huracanes en las noticias para saber de tu paso por el mundo como una noche que se detuvo, un relámpago, los dos lados de una mesa con mantel, leche y miel, lo cotidiano, y sonríes porque vale millones y entonces sonrío sabiendo por qué, porque de vez en cuando hay un tsunami y yo sé que habrás sido tú, bombón, y entonces, entonces sonrío aunque te hayas ido.

miércoles, 12 de octubre de 2011

tú no lo sabes

es la ignorancia atrevida, y yo lo asumo, asumo con gracia el papel de malo de muchas películas, la serie B se sigue alimentando de hombrecillos como yo, es la ignorancia atrevida, y sinceramente tú no lo sabes, de todas las cosas que te podría contar antes de atarte a la cama, de lo que te podría hacer con cada uno de esos meses que, como lunares, te pueblan la cara y yo te miro porque lo asumo, asumo lo atrevida que es la ignorancia que nos separa, asumo que lo casual es trabajable y que todo lo previsible acaba explotando, de modo que me voy a sentar a esperarte en el barro, manchado hasta arriba para que sólo veas defectos y debilidad al llegar, para que esperes que sigo siendo el mismo de una sola noche, para que todas tus previsiones te sitúen por encima, me sitúen en el mismo punto en que nos cruzamos la última vez, yo borracho e indigno y tú diosa inalcanzable de mitologías del castigo; es la ignorancia atrevida y yo lo asumo, que no tengo ni idea de dónde estamos ahora, de dónde vamos a estar mañana, de si por fin me quedaré a tus pies o entre tus piernas

sábado, 8 de octubre de 2011

ba-lon-ces-to

Vereis, si yo supiera de baloncesto os hablaría de algo interesante, pero lo único cierto que sé es que en menos de una semana mi Caja Rural Tintos de Toro empieza su andadura en Liga Femenina 1, con sólo 17 años de historia, y habiendo logrado gestas como vencer a unas Supercampeonas de Europa (Perfumerías Avenida, de Salamanca) Yo os intentaría convencer de algo tópico en el deporte, de la fe, de la pasión, de lo que querais, pero lo único cierto que sé de baloncesto es que no entiende de palabras, ni siquiera de imágenes, pero sí de algún que otro sentimiento. El amor, el odio, la derrota y la victoria.


Todas las historias empiezan con "erase una vez", pero lo importante es seguirlas escribiendo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Puedes besar a la momia

A la entrada, como es buena costumbre, los clásicos enanos eunucoides semidesnudos repartían rayas de cocaína en bandejas de alpaca pulida recién traídas del Palacio de Monterrey (SA) que se reservaban para grandes ocasiones y orgías ducales. En la barra libre previa a la capilla, chupitos de Cucal a disposición de los apenas cuarenta invitados reunidos con sus mejores galas para la irrepetible ocasión. Fran Rivera y Cayetano torearon a placer los cuernos de la novia y tras la corrida del consorte, sortearon entre los asistentes las dos orejas y el rabo del afortunado, considerando el sacerdote que ofició el enlace que d. Alfonso no tendría nunca más necesidad de tales apéndices. Su Majestad excusó por burofax tanto la asistencia al acto como el derecho de pernada que le correspone, y el tataranieto tercero de Goya pintó con una Canon EOS 7D Mk III los retratos correspondientes para el teleportal "Hola!.com" Tras un emotivo salto de la reja, los populares componentes del folclórico grupo "Siempre Asín" no pudieron resistir tanta emoción y pidieron a voces la cabeza del arzobispo, la devolución de las tierras a los campesinos y terminaron con una versión grunge de la conocida "Salve rociera". Las hordas agolpadas a las puertas del Palacio de Dueñas (SE), todas en la cola del Inem, vitorearon los nombres de los contrayentes a cambio de una media hogaza de pan y una manzana verde por cabeza que repartieron mano a mano los reporteros de Telecinque y Mátame, con tremendas erecciones y exclusivas millonarias, a lo que la Duquesa, ebria de gozo, tras lanzar su ramo de flores de estramonio al viento, se marcó un apoplético y espasmódico movimiento de "olé ahí tus cojones". En la intimidad de la noche, con el colgajo sanguinoliento del ahora Duque consorte de Alba yendo de mano en mano, y cobijados por la oscuridad de los interminables pasillos, se oyeron voces susurrantes entre los eunucos que terminaban con las rayas por su cuenta y riesgo:
- "Ha triunfado el amor"

domingo, 25 de septiembre de 2011

Salamanca, año 6.

Y resulta que la vida es así, que nunca te acostumbras a irte, pero te tienes que ir; que querrías amar y te tienes que ir; que te gustaría quedarte, pero te tienes que ir; que estarías despierto toda la noche, pero te tienes que ir; que volverías mil veces, pero te tienes que ir. Resulta que la vida es así, que te tienes que ir, y al final, acabas volviendo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

6 años.

Llamame perezoso, pero en vez de una misa prefiero recordarte cada vez que huelo a alguien fumando Farias, viendo los toros, cuando me cruzo ese Seat 127 blanco, prefiero imaginarme las comidas de Navidad y Año Nuevo en aquel comedor mugriento, o el picador de jamón, las campurrianas empapadas hasta atrás de leche, las barajas del Ponche Soto y el vino, sobre todo el vino; prefiero bajar de vez en cuando a Jerez que ver una tumba. Llamame egoísta, pero voto en contra absolutamente de la imposición de recuerdos.

martes, 20 de septiembre de 2011

Summer 78

A veces te imagino desnuda, como solías ser en aquel mes de fuego. Después tengo que irme de nuevo, porque no puedo resistirlo, hay un gancho en mi ombligo. Tomo café con un amigo en la estación de madrugada, y veo el tren irse. Te imagino desnuda, o vestida de gala y tocarte despacio el vestido y los hombros. El hueco que dejas en el sofá cuando te vas, las manchas de sudor. Vuelvo a casa y me asomo a la Gran Vía. A esta hora apenas pasan coches y todos los carriles están vacíos. El café no me deja dormir y me voy con la moto, cambio de carril una y mil veces, pero da igual, porque no viene nadie. Cruzo el puente apretando al máximo, y pienso que en medio segundo podría irme al suelo y que mi cabeza se destrozase contra el guardarraíl, que la vida es breve porque nos lo proponemos, se me cuela el frío por debajo de los guantes y hasta la columna, incluso si el verano acaba mañana, aquí ya hace frío. Al final, paro la moto en medio del puente, apago el motor y me quito el casco. Sobre el agua los residuos aceitosos provocan una falsa ilusión de calma. Dónde estarás, pienso, dónde, que no vienes a ver la media luna, dónde estarás, que no te veo, y abajo el agua sigue corriendo debajo de toda la basura. Horas más tarde en el balcón no suena el teléfono, y la noche se va terminando, te imagino desnuda como solías estar en aquel mes de fuego. Después tengo que quedarme, porque en realidad, no hay muchos sitios a los que escaparme, sé que me vas a encontrar en todas partes.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Alguien hablará de nosotros

Nosotros, que crecimos envidiando a la URSS y Yugoslavia, tenemos dos europeos de basket consecutivos. Nosotros, que crecimos admirando a Brasil, tenemos una Eurocopa y un Mundial de fútbol. Nosotros, que trasnochamos para ver a Sampras, tenemos un tipo con 10 Grand Slam. Nosotros, que vimos matarse a Senna y forjar la leyenda de Schumacher, tenemos a un bicampeón mundial en Ferrari. Nosotros, que nos tuvimos que conformar con las cilindradas pequeñas para Ángel Nieto y las grandes para Valentino, hemos ganado todos los títulos posibles de motociclismo en un año. Nosotros, que tuvimos que tragar con la supremacía de Armstrong, hemos visto cómo las grandes vueltas y las grandes montañas nos devuelven las tardes de siesta que sacrificamos. Nosotros, que fuimos siempre el país de lossers a la sombra de los demás, el culo umbrío de Europa, que no tenemos nada que ofrecer en lo político, económico ni lo militar, porque eso al pueblo llano se la suda, nosotros, que siempre hemos estado hablando de los demás, quizá no nos hemos dado cuenta de que algún día se hablará de nosotros. De nosotros, que somos los de entonces...

sábado, 17 de septiembre de 2011

el hombre, el mito (II)

[...]De algún modo todo es cíclico e incompleto. El ojo de cristal de Johnny era redondo y concreto, pero sólo tenía una función estética que ya no admiraba nalgas cuando paseaba por las puertas de los colegios ojeando maduras apetecibles. Tampoco le servía a la hora de vigilar enemigos por el retrovisor, ni de esquivar los golpes que le llovieran por la izquierda en alguna pelea. Johnny, de vez en cuando, sacaba el artefacto de su órbita y lo hacía girar en su mano, degustando con los dedos la esfera fría y perfecta, igual que si metiera la nariz en una copa de vino e intentase adivinar si estaba criado en roble francés o americano. Johnny veía por la mano, pero si la mentira de que todo es cíclico e incompleto fuera cierta, a él le habría gustado volver a tener dos ojos y poder ver las nalgas al completo antes de palparlas con lujuria. [...]

lunes, 12 de septiembre de 2011

el hombre, el mito (I)

[...]Johnny lo identificó al instante como uno de esos apéndices que, una vez extirpados del cuerpo matriz que los alimenta, se revuelven brevemente dando unos últimos coletazos sobre la mesa antes de quedarse inertes, quizá para siempre. [...]

sábado, 10 de septiembre de 2011

Paternóster

Beelzebu has a devil put aside for me;
for me. 
(Queen)


Última noche en París para este tango polar del que se ha ido cada hielo, estamos cercados y no lo sabemos, rodean nuestras posiciones, pero las radios dan el fútbol, ni siquiera dan el fútbol, huyamos de nuevo a los tejados. Desde allí veremos chimeneas, te lo prometo, veremos chimeneas como dedos hirientes con uñas manchadas de escarbar colillas para rellenar cigarros, te prometo que veremos brillar las lámparas de la Torre Eiffel como la primera noche que vi atardecer en esta ciudad. Luego engañaré a cuatro músicos del metro para que vengan a la azotea del hostal y toquen La vie en rose, y les echaré las monedas que guardo para la cena, así que sólo podremos cenarnos juntos, y devoraré tu sexo hasta que sea la mañana, te llamaré amor y no te dejaré correr, porque no hay ningún sitio al que huir, ¿no ves, amor, que estamos cercados? Nos han rodeado, nunca escaparemos de esta habitación y yo sólo puedo hacerte el amor igual que hacen las huelgas los controladores aéreos, de la forma más absurda, impertinente y atemporal, para que me recuerdes en reuniones sindicales por debajo de tus braguitas, todos hablarán a tu alrededor y tú dejarás de escuchar, sólo podrás oír la caracola que te palpita entre las piernas, que me llama. Pero yo no la podré oír, porque estaré lejos, y lamentandome. Yo te lamentaré entre miles de lamentos más, el lamento por el payaso de la nariz roja al que habría reventado a patadas pero con el que compartí una copa, el lamento por la mujer que quiso besarme pero se fue a defender los derechos laborales, el lamento por un amigo que ahora cruza las arenas en solitario, el lamento por los hermanos abandonados, el lamento por los poblados a la sombra de los Alpes que fueron desterrados a la Meseta, el lamento por las centrales hidroeléctricas controladas a distancia y las turbinas y el vapor de agua. Te prometo que veremos chimeneas y de ellas no saldrán humo ni palos de escoba, por ellas saldrán aviones de papel, te dejaré que delires igual que yo deliro ahora que lo veo todo perdido, porque lo entiendo todo perdido, porque lo sé todo perdido, y si bien una vez me acercó a ti la total ausencia de miedo a perder, ahora hay un balcón entre nosotros y debajo, muy debajo está la calle. Nos derretimos, el tango se acaba, las monedas se acaban, los conceptos abstractos como tiempo y distancia son sólo parte de una catedral tópica que se eleva sobre la mezquita reconquistada donde se ha profesado un culto tan cercano y tan diferente que sólo si te alejas se puede distinguir, el paternóster es el mismo, la tipografía de los neones a la entrada es la misma y el dueño del puticlub es el mismo, soy yo, que permito que dentro de mí se ejerza el oficio más viejo del mundo, que me llevo años masturbando en cuerpos ajenos, esta historia no es nuestra porque no es ninguna historia, así que ahora te pido que me mires, porque te voy a ser sincero: no hay ni ha habido ni habrá chimeneas para nosotros, arderemos en un infierno totalmente diferente, a campo abierto. No hay un París que nos espere, y la cena de esta noche será sólo nuestro último acto de canibalismo, nuestro último acto de amor, pero no de amor mutuo, sino de amor a la humanidad, a la que libraremos de nuestra colisión fatal. Y cuando despertemos, en las paredes del hostal simplemente habrá papel encolado con hojas de helecho, nos miraremos y no nos reconoceremos, tus bragas y los controladores habrán regresado de la huelga para devolver los días perdidos y yo, en el transporte púbico cantaré La vie en rose a pesar de que no sé francés, muy al contrario que tú.